La ansiedad no tiene que ser una compañera de vida
La mayoría de nosotros de alguna manera se ha topado en al menos un momento de su vida con la ansiedad, desde su menor concentración hasta la cúspide de sensaciones derivadas de su presencia.
Dedicaremos este espacio a quienes la ansiedad se les presenta con los peores rostros posibles y con facilidad hace estragos en sus vidas.
Los trastornos de ansiedad son muchos, así como las maneras de abordarlos. Sin embargo, solo aquellos métodos que llevan consigo un cambio de pensamiento son los que generarán resultados favorables sostenibles en el tiempo.
Lo primero que debe entender una persona que padece de un trastorno de ansiedad es que es ella misma quien se ha colocado en esa situación, normalmente de manera inconsciente. Ha establecido cadenas de comunicación en su cerebro, que de repetirse se ha convertido en un hábito. Y la intención de esto no es generar culpa, es ir a la raíz del problema.
Lo mejor de esto es que así como el extraordinario cerebro puede aprender a generar una ataque de pánico, a adoptar una fobia, a instaurarse miedos irracionales en cortos períodos de tiempo, también de esa manera puede desaprender y liberarse de lo que le afecta.
Si se logra estar consciente de los pensamientos que rondan por la cabeza y se comienza a reaccionar de manera diferente ante ellos, el cerebro se desacostumbra a activar el mecanismo que caracteriza la ansiedad en cualquiera de sus presentaciones.
Estar conscientes y no identificarse con los pensamientos es crucial. Es necesario quitarle poder a la ansiedad a través de reconocimiento, sin miedo, sino con la plena certeza de que cada pensamiento que se produce es irracional, que la ansiedad no genera un efecto mortal o peligroso en quien la padece, que el peor escenario nunca es tan malo y que sencillamente es la persona quien tiene el poder de desarmar la ansiedad.
Enfrentar la ansiedad es como escuchar los rugidos de un león detrás de un muro de seguridad y atravesar la puerta para darnos cuenta de que es un pequeño gatito que para nada puede hacer daño, que solo ha utilizado todos sus recursos para llamar la atención y al verse descubierto, dejará de engañarnos.
Lo que pasa es que pocos se atreven a abrir la puerta para enfrentarse con el temible león, se toman pastillas para no escuchar, hacen muchas cosas para distraerse, ponen música estruendosa o buscan a alguien que los acompañe mientras colocan barreras y más barreras para que el león no les atrape.
Van en la dirección contraria, la evasión y la resistencia hacen que todo se identifique, basta que no se desee pensar en algo, para que eso no salga de nuestra mente. Pero si realmente se desea dejar atrás cualquier trastorno de ansiedad, solo hay que abrir la puerta y verla a la cara, probablemente lo que nos quiere decir es que necesitamos tomar algunos cambios en la vida. Por lo general se trata de perdonar, de dejar ir y aceptar. Sin embargo, aunque no se entienda qué quiere decir, basta descubrirla para retomar el control… Ese gatito jamás podrá hacer daño.
Al principio puede ser duro, pero una vez que se toma consciencia de la inocuidad, es más sencillo desmontar cualquier creencia, por arraigada que se tenga. Observar los pensamientos, dejarlos pasar, sin resistirse, sin hacerles tampoco fiesta, solo dejando que sigan de largo como cualquier tren que se detiene por corto tiempo en una estación y luego sigue en su riel, pero que podemos accidentarlo en una estación. Si intentamos descarrilarlo o colocarle barricadas, retrasaremos su estadía, nos desgastaremos y sentiremos mucho más su presencia… solo deja que pase.
Mientras más rápido te acostumbres a ver el tren pasar, sin que te afecte, más pronto dejarás de estar pendiente de su llegada o dejarás de pensar en qué hacer para que no venga, desviarlo o descarrilarlo, y mientras menor atención le des, con menor frecuencia pasará, hasta que ya… se acabó, nunca más tomó esa ruta… y desde ese momento habrás perdido una desagradable compañía.